Se define como una obsesión por conseguir tener los dientes más blancos. Ha crecido en popularidad como un sinónimo de salud dental ligada a una estética donde la sonrisa nunca es demasiado blanca.
A todos nos gustaría tener unos dientes blancos pero la realidad va más allá de una simple estética. El color de nuestro esmalte está definido por la genética y más concretamente por la dentina y hay que saber que no es 100% blanco y el poner en riesgo nuestra salud con remedios milagrosos no es la mejor solución.
Este deseo, tratado con los especialistas adecuados, profesionales de la salud que estudien nuestro caso, puede darnos esa sonrisa “perfecta” que buscamos, pero siempre teniendo en cuenta que lo primero es la salud de toda nuestra boca.
Se aconseja no realizarse más de un tratamiento de blanqueamiento dental al año, acompañado de un correcto mantenimiento, se pueden prolongar los resultados por mucho tiempo.
Sufrir los efectos secundarios de una obsesión por unos dientes blancos, como irritación de encías, sensibilidad dental, desgaste del esmalte, translucidez o una tonalidad azul del esmalte, son los principales peligros que atrae la blancorexia.
Dichos efectos pueden resultar irreversibles si se hace un mal uso de estos tratamientos que nos ayudan pero siempre recomendados por expertos.
Nuestra recomendación es buscar el tono más natural para tus dientes, que siempre va a depender del color de tu piel y de tus ojos. Recuerda que una sonrisa 100% blanca no existe y que antes de todo está tu salud.
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